Como crecemos en nuestra confianza de Dios, aprendemos lo bueno de abandonar nuestras vidas y las almas a la Divina Providencia. Dios es la totalidad y la plenitud del amor, por lo que resulta de la presentación de nosotros mismos en nuestra recepción gracia, alegría, paz y un deseo de amar a Dios y otros con todo nuestro corazón, mente y fuerza. Particularmente me siento atraído a los ejercicios espirituales Ignaciano, me encanta esta oración de abandono por San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas.
Tomad, Señor y recibe toda que mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento
y mi entera voluntad, todo lo que tienen y llame a mí.
Me han dado todo. A ti, Señor, devuelva.
Todo es tuyo; Haz con ella lo que quieras.
Dame solamente tu amor y tu gracia,
que es suficiente para mí.
-San Ignacio de Loyola