Mis hermanos y hermanas, ¡Él resucito; ciertamente resucitó!

Felices Pascuas, tengo gran esperanza cuando celebramos la resurrección de Jesús. Nosotros hemos viajado a través del tiempo penitencial de la Cuaresma contemplando el sacrificio de Cristo que nos acerca a la nueva vida. Celebramos la Pascua durante siete semanas hasta Pentecostés. La Cuaresma ha sido muy difícil para mí espiritualmente, pero creo que estamos al borde de grandes bendiciones espirituales. Los sufrimientos de nuestro “Viernes Santo” son necesarios antes de que podamos experimentar la alegría de nuestra “Pascua” personal. Nuestro “Viernes Santo” son nuestros sufrimientos, nuestras dudas, nuestras luchas o sequedad en nuestra vida espiritual. Nuestra “Pascua” personal  es la alegría que recibimos al salir de la oscuridad en una relación más profunda con Cristo. Nuestra vida espiritual sigue el patrón de la Cuaresma en Viernes Santo a la alegría de la Pascua. Nuestra necesidad de un sacrificio “siervo sufriente” requiere ese viaje de Jesús de la alegría de su entrada triunfal el domingo de Ramos a su sufrimiento y muerte el Viernes Santo. Sin el Viernes Santo no habría ninguna Resurrección de Pascua.

Es una paradoja de la vida cristiana que por el sufrimiento llegamos al gozo y nueva vida. La Iglesia está siendo atacada, como vemos en la televisión y leído en los blogs de internet. Pese a esta oscuridad Católicos nuevos recibieron Bautismo, Primera Comunión y Confirmación en la Vigilia Pascual. Eso es sólo una parte de la obra del Espíritu Santo que está sucediendo. En los últimos meses, cada fin de semana he escuchado las confesiones llenas de lágrimas de Católicos que regresan a la confesión después de muchos años. Con gran alegría he visto sus lágrimas mientras reciben la Sagrada Comunión. Las parejas vienen con el deseo de recibir el Sacramento del Matrimonio. En la Misa en español el domingo de Ramos había más de 500 personas y tuvimos participación maravillosa en Adoración Eucarística durante las “24 horas para el Señor” en Forks y en Aberdeen. Fue una obra del Espíritu Santo, pues sólo teníamos unos días para organizar este día de confesiones, contemplación y adoración. Para mi alegría todo salió bien.

Veo estos actos de adoración y conversión como signos de una primavera espiritual en nuestras parroquias. En la naturaleza vemos brotes y flores en los árboles junto con tulipanes y flores de primavera, volviendo a la vida. En la Iglesia podemos ver la conversión de las almas de aquellos que vienen a la confesión, participan en actividades de Educación Religiosa y Formación en la Fe y buscan Bautismo o Matrimonio. En mi vida hay gran crecimiento espiritual después de una difícil “noche oscura del alma”. Ofrezco mis oraciones, mis luchas y mis preocupaciones para la conversión de nuestras parroquias a Cristo crucificado con la fe que el poder de la resurrección del Espíritu Santo cambiará nuestras vidas así como el Espíritu Santo es capaz de cambiar el simple pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo.

Seamos un “pueblo ungido” utilizando nuestro gozo Pascual para vivir el Evangelio. ¿Qué significa ser un pueblo ungido? Recibimos gracia en Bautismo, Comunión y Confirmación para vivir como Cristianos en la alegría y el dolor. Ser lleno de gracia es ser “ungido” y esta alegría nos mueve a amar generosamente. Ser un “pueblo ungido” es imitar lo que hacen los padres al bendición y orar por sus hijos. Recibir a Jesús en la Eucaristía nos hace una comunidad cristiana. Permita que la Resurrección de Cristo lo llene con amor desbordante. ¡Felices Pascuas!

Tu siervo en Cristo, Padre Paul