Mis queridos feligreses,
Deseo compartir que hay santos entre nosotros en nuestros jóvenes. Resulta evidente que muchos piensan en la santidad más allá de personas comunes y corrientes. Es de esperarse pues muchos de nosotros sólo conocemos súper santos, no el tipo ordinario que vive a un lado. Mi santa patrona era una adolescente de Santiago, Chile. Juanita Fernández quien es Santa Teresa de Los Andes. Para ayudarte a ver que un joven puede tener un profundo amor por Dios y por la Virgen María estoy compartiendo su carta a su papá pidiendo permiso para entrar a la vida religiosa a los 18 años.
“He tenido ansias de ser feliz y he buscado la felicidad por todas partes. He soñado con ser muy rica, mas he visto que los ricos, de la noche a la mañana, se tornan pobres. Y aunque a veces esto no sucede, se ve que por un lado reinan las riquezas, y que por otro reina la pobreza de la afección y de la unión. La he buscado en la posesión del cariño de un joven cumplido, pero la idea sola de que algún día pudiera no quererme con el mismo entusiasmo o que pudiera morirse dejándome sola en las luchas de la vida, me hace rechazar el pensamiento que casándome seré feliz. No. Esto no me satisface. Para mí no está allí la felicidad. Pues ¿dónde -me preguntaba- se halla? Entonces comprendí que no he nacido para las cosas de la tierra sino para las de la eternidad. ¿Para qué negarlo por más tiempo? Sólo en Dios mi corazón ha descansado. Con Él mi alma se ha sentido plenamente satisfecha, y de tal manera, que no deseo otra cosa en este mundo que el pertenecerle por completo.”
“Mi queridísimo papá: no se me oculta el gran favor que Dios me ha dispensado. Yo que soy la más indigna de sus hijas, sin embargo, el amor infinito de Dios ha salvado el inmenso abismo que media entre Él y su pobre criatura. Él ha descendido hasta mí para elevarme a la dignidad de esposa. ¿Quién soy yo sino una pobre criatura? Mas Él no ha mirado mi miseria. En su infinita bondad y a pesar de mi bajeza, me ha amado con infinito amor. Sí, papacito. Sólo en DIOS he encontrado un amor eterno. ¿Con qué agradecerle? ¿Cómo pagarle sino con amor? ¿Quién puede amarme más que N. Señor, siendo infinito e inmutable? Ud., papacito, me preguntará desde cuándo pienso todo esto. Y le voy a referir todo para que vea que nadie me ha influenciado.”
“Desde chica amé mucho a la Santísima Virgen, a quien confiaba todos mis asuntos. Con sólo Ella me desahogaba y jamás dejaba ninguna pena ni alegría sin confiársela. Ella correspondió a ese cariño. Me protegía, y escuchaba lo que le pedía siempre. Y ella me enseñó a amar a N. Señor. Ella puso en mi alma el germen de la vocación. Sin embargo, sin comprender la gracia que me dispensaba, y sin siquiera preocuparme de ella, yo pololeaba y me divertía lo más posible. Pero cuando estuve con apendicitis y me vi muy enferma, entonces pensé lo que era la vida, y un día que me encontraba sola en mi cuarto, aburrida de estar en cama, oí la voz del Sagrado Corazón que me pedía fuera toda de Él. No crea que esto fue ilusión, porque en ese instante me vi transformada. La que buscaba el amor de las criaturas, no deseó sino el de Dios. Iluminada con la gracia de lo alto, comprendí que el mundo era demasiado pequeño para mi alma inmortal; que sólo con lo infinito podría saciarme, porque el mundo y todo cuanto él encierra es limitado; mientras que, siendo para Dios mi alma, no se cansaría de amarlo y contemplarlo, porque en Él los horizontes son infinitos.”
Mis queridos jóvenes Católicos, Dios nos habla con palabras de amor en nuestro deseo de amarlo y servirlo y en ocasiones, como a Juanita, el Espíritu Santo habla con palabras. Necesitamos tu vocación de amor y servicio. Si crees que Dios te está llamando, por favor habla conmigo.
Con amor sincero, el Padre Paul