Queridos Feligreses,

En vista de la angustia que escucho después de la decisión de la Corte Suprema de legislar el matrimonio homosexual, quiero reflexionar sobre la naturaleza sagrada del Santo Matrimonio. Los jóvenes católicos parecen mal informados con respecto a la obligación de casarse por la Iglesia y el significado del Santo Matrimonio. El matrimonio es una alianza entre un hombre y una mujer que comparte el consentimiento mutuo con Dios quien participa en el desarrollo de su amor y la procreación de sus hijos, el fruto del amor conyugal.

Tan grande como es el amor natural, el matrimonio es objetivamente más sublime en Cristo y en la Iglesia. El matrimonio cristiano; dedicado a Cristo y en Cristo, a la luz de la eternidad, difiere radicalmente incluso del mejor matrimonio natural. El amor conyugal experimenta una transformación profunda en los miembros del Cuerpo de Cristo. El amor conyugal conserva mutua entrega, la comunión yo-tú y la unidad como pareja. El amor conyugal cristiano no deja de ser amor conyugal. Lo sobrenatural transforma el amor natural. El amor conyugal envuelve la persona completa y ofrece la más alta felicidad terrenal.

Jesús colocó el matrimonio en una nueva dignidad; elevándolo a un Sacramento que hace el Santo Matrimonio una fuente de gracia. Dio al matrimonio la capacidad de santificar los cónyuges. La indisolubilidad del matrimonio no es meramente el resultado de la ley de Dios, en este Sacramento, el matrimonio encuentra la perfección de su significado. El consentimiento mutuo se cumple en el vínculo nupcial concluido en Cristo, confiado en Cristo y representando su unión con la Iglesia. Jesús afirmó la indisolubilidad del Matrimonio haciendo referencia a su origen: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.” Una vez que nos damos cuenta de su carácter sagrado, el único motivo suficiente para contraer matrimonio es: el amor mutuo y la convicción de que esta unión dará lugar al eterno bienestar de ambos cónyuges.

Así como la fe en la verdad y el amor divino es el único motivo verdadero para la conversión, la convicción de que este es el que Dios ha destinado para mí y yo para ellos es el único motivo que puede dar este significado de la comunión. Sólo la existencia de tal amor, cuya autenticidad debe examinarse bien, debe ser la razón para casarse. El amor conyugal no existe sólo para hacer el matrimonio más fácil y para que amemos a quien deseamos para casarnos. El matrimonio es el cumplimiento del amor conyugal y nos deberíamos casar porque amamos a esta persona destinada para nosotros por Dios.

El matrimonio sacramental tiene el objetivo de imitar el amor de Cristo por la Iglesia. El interés profundo en la salvación eterna del ser amado es el objetivo del Matrimonio y la intención de la invitación de la iglesia a seguir a Cristo. El Matrimonio tiene una relación infinitamente más directa con Jesús y nuestro destino eterno que el matrimonio civil. El matrimonio cristiano es una forma de alcanzar la más plena comunión con Jesús. El vínculo matrimonial se concluye en Jesús y hacia Jesús, por lo tanto, crecimiento del amor conyugal es también crecimiento en el amor de Jesús. En el amor conyugal fuera de Cristo, los cónyuges corren el riesgo de separarse de Dios. Por otro lado en el Matrimonio, el amor conyugal es una fuente de gracia que ayuda a los cónyuges a crecer más profundamente en amor con Cristo y entre sí. Las bases de la invitación de la Iglesia a someterse a las leyes de Dios, es que la ley de Dios está destinada para darnos l mejor. Debemos hablar con la verdad que lo que parece ser la restricción de la libertad es realmente una invitación a la unión en Cristo.

Su siervo en Cristo, Padre Paul