Queridos Feligreses,

Espero que estén disfrutando el verano y que tengan tiempo para “alejarse de todo” en la playa, en las montañas o en un río. Este es un buen tiempo para bodas y vacaciones. También es un tiempo para estar tranquilos con el Dios que nos da la belleza de la creación y la alegría de la familia y los amigos. Después de 30 años como trabajador social para familias y jóvenes, aún busco mensajes para ayudar a los jóvenes a crecer en la fe. En Paraguay el Papa Francisco habló a la juventud diciendo: “Es importante que ustedes, los jóvenes, se den cuenta que la verdadera felicidad viene de trabajar para hacer un mundo más fraterno. Viene de darse cuenta de que la felicidad y el placer no son sinónimos. La felicidad es exigente, requiere compromiso y esfuerzo. Son demasiado importantes como para estar satisfechos viviendo una vida en una especie de anestesia. Mientras que el placer es efímero, la felicidad es un sueño que construye, que se construye.”

El Papa Francisco llamó a los jóvenes: “una gran fuente de riqueza para la nación… Creo que lo primero que deben hacer es asegurarse de que toda esa energía, esa luz, no se debilite en sus corazones y resistir la creciente mentalidad que considera inútil y absurdo aspirar a cosas que requieren esfuerzo. Comprométanse con algo, comprométanse con alguien. No tengan miedo de arriesgarse. No tengan miedo de dar lo mejor de ustedes mismos… no busquen el camino fácil, para evitar hacer el trabajo difícil.”

“Pero no lo hagan solos. Traten de hablar de estas cosas entre ustedes, benefíciense de las vidas, las historias y la sabiduría de sus ancianos, de sus abuelos. ‘Pierdan’ el tiempo escuchando todas las cosas buenas que tienen para enseñarles. Ellos son los guardianes de ese legado espiritual de fe y los valores que definen a un pueblo e iluminan su camino. Encuentren consuelo, también, en el poder de la oración, en Jesús. Sigan rezándole diariamente. No los decepcionará. Cristo es el secreto para mantener un corazón alegre en la búsqueda de fraternidad, justicia, paz y dignidad para todos…Sí, Dios es la garantía de la dignidad del hombre”.

Cada semana veo y siento el dolor y la confusión de vivir en una sociedad que no valora el Santo Matrimonio ni los niños y no se preocupa por los pobres ni los inmigrantes. Pero tenemos una gran esperanza en el desbordante amor y misericordia de Jesucristo, quien es la respuesta a las preguntas más profundas de la vida. Cuando volvemos a Cristo y humildemente admitimos nuestra falta de confianza en Dios y amar a los demás, recibimos la gracia que nos ayuda a ser Católicos generosos y amorosos. Necesitamos tanto la oración como el amor de nuestra comunidad de hermanos en Cristo.

Dialoguemos con respeto con quienes tienen ideas diferentes. El genio del Catolicismo es nuestra unidad de amor entre la diversidad de edades, culturas, dones y talentos. Nuestra fuerza proviene de nuestra diversidad y no de una uniformidad que no toma en cuenta diferencias. La diversidad de los dones del Espíritu Santo se extiende entre muchas personas que forman el único Cuerpo de Cristo. Vivimos el misterio de ser una sola familia en Cristo, mientras que cada uno conserva su preciosa individualidad. No importa lo que nos divide, somos uno en Cristo. Su gracia es suficiente para restaurarnos a la unidad con Dios y los demás. La gracia que él derrama sobre nosotros a través de la Iglesia es suficiente para sanarnos y superar cualquiera de nuestros conflictos.

Invito a todos los jóvenes al encuentro de Cristo en la confesión y la Eucaristía. Jesús está realmente con nosotros, curándonos y llamándonos a la santidad. Su gracia nos atrae a vivir una vida contracultural amando a los demás para su beneficio, en lugar de satisfacer nuestros propios deseos. Ahora es el momento para que los jóvenes Católicos demuestren que amar y obedecer a Dios es el camino hacia la verdadera felicidad. El placer es efímero, pero el amor de Dios es eterno.

Su siervo en Cristo, Padre Paul